Las «pequeñas cantidades de agua» que la Agencia Espacial Estadounidense anunció haber encontrado en la Luna el año pasado se convirtieron en nada más ni nada menos que 600 millones de toneladas en forma de hielo en uno de los polos lunares.
Así lo confirmó en Texas, Estados Unidos, el responsable del equipo que analizó los datos producidos por un pequeño radar que viajó a bordo del satélite Chandrayaan-1, de la Agencia India de Investigación Espacial.
A pesar de que la sonda india dejó de funcionar en agosto del año pasado, el radar Mini-SAR de la NASA pudo cumplir con sus dos objetivos: trazar un mapa completo del 90% de los polos de la Luna, incluida la totalidad de las zonas en permanente oscuridad, y determinar la composición de los materiales depositados en esas superficies.
«Se trata principalmente de agua-hielo y podría estar a una decena de centímetros debajo del suelo lunar seco», anunció ayer el doctor Paul Spudis, investigador principal de la misión Mini-SAR, durante su presentación en la 41a Conferencia de Ciencia Planetaria y Lunar, que se realiza en Texas.
Aunque los datos obtenidos por el Mini-SAR pertenecen a ambos polos de la Luna, el hallazgo se concentró en el polo norte. Más precisamente dentro de poco más de 40 cráteres de entre 2 y 15 kilómetros de diámetro. Según los investigadores de la NASA, para que el Chandrayaan-1 haya captado esta información, el hielo en los cráteres debe tener por lo menos un par de metros de espesor.
Y su conservación a la sombra permanente está garantizada por el frío extremo, ya que la temperatura en algunos de esos cráteres puede bajar hasta los 248°C bajo cero. Además, explicó Spudis, la roca seca del suelo impediría que el hielo se evaporara aun en los sitios expuestos al sol.
Mapa polar
Durante ocho meses, el radar Mini-SAR en el Chandrayaan-1 trazó un mapa de los cráteres polares a los que nunca les da la luz y que no vemos desde la Tierra. Para eso, utilizó una técnica de análisis poco habitual para buscar hielo llamada polarización circular dual de ondas de radar.
Mediante la transmisión de ondas circulares hacia la izquierda y la recepción de señales circulares hacia la derecha, y lineales horizontales y verticales, el radar pudo trazar un mosaico de los polos con distinta información de la superficie.
Así, los científicos pudieron determinar si la señal recibida había sido producida por una mezcla de suelo lunar y hielo o, simplemente, rocas secas. Los resultados, publicados en Geophysical Research Letters , determinaron que se trataba de una mezcla de materiales que incluía hielo y en grandes cantidades.
«La cantidad total de hielo en el polo depende de cuán grueso es», indicó Spudis a LA NACION por correo electrónico. Agregó que, para haber captado esas «señales» del suelo lunar, el hielo debe tener un espesor de alrededor de decenas de largos de ondas del radar utilizado. «Nuestro radar es de 12,6 centímetros y, por lo tanto, el hielo debe tener por lo menos dos metros de espesor y ser relativamente puro -dijo-. En ese grosor, en esa zona hay más de 600 millones de toneladas de agua-hielo, una cantidad similar a la estimada en 1998 con el espectrómetro de neutrones de la misión Lunar Prospector . Ese instrumento mide profundidades de medio metro, mientras que nosotros pudimos penetrar por lo menos un par de metros, de modo que los datos del espectrómetro habrían subestimado la cantidad total de agua-hielo».
Para los investigadores, la cantidad de agua hallada sería equivalente al combustible necesario para lanzar un transbordador espacial por día durante 2000 años.
Además, los datos de la Mini-SAR coinciden y se complementan con los obtenidos por el Satélite Sensorial para la Observación de Cráteres Lunares (Lcross, por sus siglas en inglés), que en octubre pasado se estrelló contra uno de los grandes cráteres lunares para provocar una enorme nube de partículas y realizar varias mediciones. Esa misión de 79 millones de dólares permitió conocer que el hielo lunar está mezclado con varias sustancias, como los hidrocarbonos.
Datos revolucionarios
Para los investigadores, los datos proporcionados en los últimos meses por todas estas misiones para encontrar agua son trascendentales. «Revolucionan totalmente nuestra visión de la Luna. No teníamos idea de que la Luna tenía un ciclo de agua y con cantidades tan grandes», dijo a LA NACION el investigador senior del Instituto Lunar y Planetario, en Houston, y autor de dos novelas para adolescentes sobre la vida en la Luna.
«Los experimentos indican que allí se crearon, se modificaron y se depositaron grandes cantidades de agua, algo totalmente inesperado para la mayoría de los científicos, incluido yo», agregó. Estos hallazgos demuestran que «es un destino científico y operativo mucho más interesante de lo pensado» y que «es clave para la presencia humana» en el espacio. Sus recursos «nos permitirían crear un sistema de transporte reutilizable para viajar a todos los puntos entre la atmósfera terrestre y la Luna. Y, una vez establecido, lo podríamos usar para ir más allá en el Sistema Solar».
-¿Y cuál es el próximo paso?
-Lo lógico sería enviar módulos de descenso para caracterizar los depósitos en la superficie, pero la NASA no parece muy interesada en hacerlo.
Deja una respuesta